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jueves, 14 de septiembre de 2006

«Nuestro sistema democrático está pensado para anular a la población»


Sátiras de la España Zapateril y Pepeística es un libro escrito para reír por no llorar. Juan Pablo Mañueco describe la realidad social de los últimos años desde un ángulo desenfadado pero sin olvidar una profunda crítica social.
En una entrevista mantenida con Periodista Digital, el autor de otros títulos como Soberano don Nadie, afirma que los “gobernantes nos toman por tontos” y “viven muy cómodamente siendo autarcas, haciendo lo que les da la gana”.
Juan Pablo Mañueco forma parte de ese grupo de ciudadanos, cada vez más numeroso, que lamenta que no tengamos más cotas de libertad, aun estando en democracia. De hecho, explica que en las elecciones votamos una lista de nombres pero “no decidimos ninguna acción de gobierno. Los programas electorales no están para cumplirse”. Un elemento destacado de Sátiras es que al pie de muchos de los artículos aparecen reflejados numerosos debates que los lectores establecieron en la red sobre los temas propuestos por Mañueco. Tal y como destaca el autor, “cada dos páginas, intervienen otras personas con otro estilo, con otra perspectiva y se crea un debate vivo”.
¿Este es un libro para reír por no llorar?
Muchas de las críticas que se hacen en el libro son humorísticas porque hay que tomárselo así. Luego la realidad es bastante lamente y bastante triste. Para reír por no llorar.
¿Crees que los que ostentan el poder dentro de la sociedad se ríen de nosotros?
Por supuesto que sí. Muchas veces nos hemos preguntado si los gobernantes nos toman por tontos. La respuesta que yo doy siempre es, indiscutiblemente, sí. No solamente en lo que hacen en concreto, sino que el sistema está diseñado, claramente, para anular a la población. Nosotros tenemos el derecho (bendito derecho porque en otras épocas no lo ha habido) de poder votar cada cuatro años. Pero en el periodo Inter-elecciones, los diseñadores del sistema saben perfectamente lo mismo que nosotros sabemos y notamos. Somos absolutamente impotentes, no tenemos ninguna posibilidad de acción. Pero ojo, en el momento electoral tampoco. Nosotros tenemos libertad para elegir unos nombres u otros nombres pero no decidimos ninguna acción de gobierno. Los programas electorales no están para cumplirse.
Por tanto, ¿este libro nace de un hartazgo ante todo esto?
Yo estoy convencido de que estamos hartos de lo que tenemos desde hace ya tiempo. Lo he manifestado en otros libros.
¿Crees que esta sociedad es la que nos merecemos?
Que nos lo merecemos no lo sé. Que no hacemos lo suficiente, estoy plenamente convencido. Ahora bien, no sé si tenemos posibilidades de tiempo, cauces, medios económicos… para que los que estamos insatisfechos con el nivel de democracia (porque creemos que debería de ser mayor) pudiéramos actuar. El sistema que tenemos, que no es democrático a mi modo de ver, es muy poderoso. Es muy poderoso desde el punto de vista de la propaganda, de los medios y recursos que pone en marcha. A esto hay que sumar que la sociedad está inerme y desasistida.
¿Cómo le recomendarías a un amigo que leyera este libro?
No es un libro sectario que vaya a contentar a unos o a otros. Se critica a toso el mundo. Unos podrán salir mejor o peor parados pero hay críticas para todos los bandos.
Tu libro, se podría decir que huye de los partidismo que últimamente invaden el periodismo y la literatura en su género ensayístico.
Desde el punto de vista partidista por supuesto que no me posiciono. Me posiciono en un sentido crítico contra lo que están haciendo todos los partidos. Ya estén el Gobierno o en la oposición. Ahora bien, si están en el Gobierno, harán más cosas y serán más criticados. Me posiciono también contra la falta de sentido democrático porque se señalan defectos bastante claros que tenemos en la cabeza. Porque todos tenemos la sensación de que le falta algo a nuestro sistema.
Otras de las cosas que destacan en el libro es que gracias a la red, “Sátiras” incluye una serie de foros y debates entre los lectores al pie de algunos artículos.
Eso es un libro peculiar precisamente por esa realidad de coloquio al final de muchos de los artículos. Esto, creo, aporta innovaciones de interés. Le confiere frescura, variedad en los comentarios que no tienen otros libros de artículos. Y es que a menudo un libro de artículos te acaba aburriendo porque es el mismo estilo en el uno y el otro, el otro y el otro. Y como, al final ya sabes más o menos porque camino ideológico te está llevando, te acaba aburriendo. Sin embargo, en “Sátiras”, cada dos páginas, intervienen otras personas con otro estilo, con otra perspectiva y se crea un debate vivo. Se evita el principal defecto que tienen los libros de artículos que es la monotonía.
Además, este método permite que el autor precise algo que no expuso con claridad, rebata las posibles objeciones y, sobre todo, exige que la tesis que haya expuesto sea sólida, porque en caso contrario sería rebatida por los lectores inmediatamente.
¿Qué impresión te llevas de esta experiencia? ¿Crees que está muy radicalizada la opinión en los foros?
Hay muchas personas con una ideología marcada que entra a mantener su tesis y no quieren dialogar o debatir. No obstante, también hay personas que entran con el criterio de analizar cada tema concreto y ver si se la da la razón a unos u a otros. Y luego hay personas más independientes que se alegran de ver una bitácora que ha intentado ser nuetral. Cada vez somos más los que pensamos que la política no es una cuestión de la rivalidad entre el Madrid y el Barcelona. Sino que se puede opinar sin el forofismo de los colores.
¿Crees que es posibles que podemos romper los hilos que nos unen a los políticos, a través de los cuales nos pueden manejar como títeres?
Yo estoy convencido de que romper esos hilos no vendrá por la vía de los partidos porque no les interesa. Viven muy cómodamente siendo autarcas, haciendo lo que les da la gana, incumpliendo sus promesas y están muy compactados. Cuando se apagan las luces tienen privilegios que comparten. Tampoco con nuevos partidos que pudiesen llegar se produciría el cambio porque inmediatamente serían absorbidos por esa comodidad en cuanto se toca el poder. Por eso, si la democracia va a avanzar tendrá que ser por vía de la sociedad por movimientos culturales, intelectuales, periodísticos... Pero, que además, es necesario que algún día se organicen porque si no se organiza tampoco conseguirán ser eficaces.
 
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