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lunes, 27 de febrero de 2006

«Tras la recepción hay un mundo»

Fernando Corral es un profesional de la hotelería que trabaja también como profesor en una escuela de negocios. Conoce, pues, las necesidades de las empresas hoteleras y las carencias en la formación de los futuros profesionales. Por eso, ha decidido unir estas dos nociones y escribir un manual que sirviera para ayudar a ambos mundos. En su 'Manual de recepción hotelera', presentado la pasada semana, Corral afirma que «un buen recepcionista debe saber manejar hábilmente la comunicación».
¿En qué consiste el trabajo que ha publicado?
El 'Manual de recepción hotelera' explica, de forma práctica, precisamente, los principios y las técnicas del proceso de trabajo de la recepción en un hotel.
¿Y qué principios y técnicas abarca este trabajo?
El trabajo en la recepción no se limita a la faceta de cara al cliente, también incluye procesos internos, administrativos, relacionados con la caja, con la facturación y con los procedimientos de apertura y cierre de las ventas. Tras la recepción hay un mundo.
¿Qué pretende con esta obra?
Desde mi experiencia, he pretendido que este manual sea un libro útil tanto para los estudiantes de Turismo, Márketing y otras ramas, como para los profesionales del sector. También he pretendido mostrar que el trabajo en la recepción debe seguir una cadena de valor desde que el cliente reserva hasta que se marcha del hotel.
¿Cubre esta guía un vacío en el mundo de la hotelería? ¿O hay otros parecidos?
Ya existía documentación sobre el trabajo en la recepción del hotel pero, con la llegada de las nuevas tecnologías, había quedado un poco atrasada. Desde la implantación de internet, por ejemplo, el trabajo en la recepción ha cambiado sustancialmente. En ese sentido, sí existía un vacío y el 'Manual de recepción hotelera' pretende cubrir esta necesidad.
¿Qué hace falta para ser un buen recepcionista?
Yo suelo hablar de aptitudes y actitudes. Un buen recepcionista debe saber manejar hábilmente la comunicación, trabajar en equipo y transmitir empatía con el cliente. Los idiomas son, por supuesto, imprescindibles.
 
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