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viernes, 31 de julio de 2015

Aurora García Rivas recupera, en su nueva novela, la historia y leyenda de Catalina de Santisso, asesinada por su marido, Vasco das Seixas, en el siglo XVI

Aurora García Rivas
Aurora García Rivas (La Antigua, San Tirso de Abres, 1948) presentó ayer, en el marco del Arcu Atlánticu, la que es su cuarta novela: 'Catalina de Santisso', una historia de fondo histórico que al correr de los siglos se hizo leyenda en la transmisión oral de unas generaciones a otras.

-Nos traslada con 'Catalina deSantisso' al siglo XVI. ¿Qué impulsos la llevaron a esa época?
-El propio personaje histórico de Catalina, hija de Sancho López de Santisso, cuyo palacio de Amaído todavía existe, reconvertido hoy en un hotel rural impresionante. La casaron con Vasco das Seixas, que le dio muy mala vida y la acabó asesinando. La voz popular la convirtió en leyenda, pues se cuenta que, cuando su padre la exhumó después de ser enterrada, el cuerpo estaba incorrupto, olía a flores y se escuchaba música celestial. Todo ello vendría a demostrar, según la típica narración legendaria, que el adulterio del que se la había acusado y que habría sido la causa del asesinato era falso.

-¿En su novela predominan los aspectos históricos o la leyenda?
-Los aspectos históricos son ciertos y he tenido que investigarlos mucho, aunque no se conserva mucha documentación. Pero, por ejemplo, en la Torre de Xiá, en el municipio de Friol (Lugo), se puede visitar un espacio dedicado a Catalina, en el que se mantiene su cama, el bargueño que usaba para escribir... Las leyendas de las que se habla en la novela, la de Catalina y otras, contribuyen a poner en pie literariamente la historia, que fue recuperada por un fraile del monasterio de Sobrado en el siglo XVIII. A mí me la relató el alcalde de San Tirso de Abres, Jesús Ferreiro, y desde entonces supe que tenía un temazo.

-¿Quién era Vasco das Seixas, el marido y victimario de Catalina?
-Los Seixas tenían una fama truculenta, de brutos y criminales, capaces de asesinar a sus hijos. Aunque estábamos en el siglo XVI, el Renacimiento aquí no había llegado. Eran gentes de armas y de constantes querellas entre ellos mismos. A Catalina, Vasco das Seixas intentó envenenarla dos veces antes de acabar apuñalándola. La arrojó a un matorral, del que la rescataron sus siervos, que la querían mucho, para darle un entierro digno. El propio Vasco das Seixas tuvo que escapar a Portugal, a la casa de los Braganza, donde finalmente también fue asesinado.

-Parece que su dedicación actual se inclina más por la novela que por la poesía, género con el que obtuvo el Premio Internacional Jovellanos. ¿Es solamente apariencia?
-No, es así. Hace mucho que no escribo poesía y la leo poco, lo que tiene menos perdón. Después de escribir cinco libros de poesía, me di cuenta de que empezaba a repetirme.

-En un poema de 'La tierra vertical', escribe: «Extenuados,/ como corredores de fondo,/ esperamos las horas del crepúsculo». ¿Es su visión de la vida?
-Sí, soy pesimista. Y eso se refleja en la poesía, en la que soy yo. En la novela, los protagonistas son los demás y tu puedes pasar inadvertida.

-¿Contra el pesimismo, en cualquier caso, la literatura?
-Sin duda. Como dice un amigo mío, escribir sirve para encontrarte a ti mismo a para olvidarte de ti mismo.


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