Beatriz, doncella de Catalina de
Santisso nos narra, desde el recuerdo, la vida de su señora. Vida
durísima, trágica, sometida a la crueldad de su esposo Vasco das
Seixas —señor de la fortaleza de Xiá (San Paio de Narla, Lugo)—,
de tan violento carácter que no le evitó ninguna humillación,
ninguna brutalidad. Víctima de vejaciones y del más cruel trato por
parte de su cónyuge, vio su vida truncada, cuando apenas contaba
veintitrés años, a manos de Vasco que la asesinó con alevoso furor
mientras la acusaba de adulterio. De este crimen nació una hermosa
leyenda conocida como “A dona das torres” cuya vida se recrea en
“Catalina de Santisso”.
Además de sus casas de Santiago y
Orense, los padres de Catalina, y ella misma, debieron ocupar de
forma temporal su palacio de Amaído. Había sido levantado por
ascendientes de esta familia en el coto de Miranda, a orillas del río
del mismo nombre. Parece ser que el padre de Catalina se ocupó de
aconsejar a los vasallos del coto la forma de redimirse del yugo de
los Altamira y del monasterio de Meira y por esta razón tomó el
nombre de sus benefactores, los Santisso. Este lugar se llama ahora
San Tirso de Abres.
Entre el rumor de las aguas del Eo (el
antiguo Miranda), parece escucharse, aún hoy, la voz de Catalina de
Santisso que canta un viejo y triste romance mientras su alma vaga
entre los alisos.
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