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Xuan Xosé Sánche Vicente |
Os dejamos la transcripción de la entrevista que ayer, domingo 8 de
marzo, se publicó en La Nueva España.
Xuan Xosé Sánchez Vicente (Gijón, 1949), asturianista en su vertiente
política y en la literaria, y articulista habitual en La Nueva España, acaba de
añadir una nueva novela a su ya largo repertorio de publicaciones, tanto en
castellano como en asturiano, y que abarca la poesía, los relatos o el ensayo.
Fundador del Partíu Asturianista (PAS), en 1985, e impulsor de Unión
Asturianista, en 2004, así como ex profesor de Instituto, acaba de publicar la
novela en castellano –tercera de su carrera-, "Bajo el viaducto" (Septem
Ediciones), que también tiene su versión en asturiano en formato de libro
electrónico ("Al pie del viaductu").
-¿De qué parte la novela?
El personaje Luis Roces empieza siendo un alumno de la Universidad
Laboral de Gijón en los años de la Transición. Es un poco líder y un día lo
llevan, como era frecuente en la época, a la primera fila de las barricadas de una
protesta en el sector naval. A partir de ahí, tiene una doble vida sindicalista
y política, pero, sobre todo, una vida familiar con altos y bajos, con momentos
buenos y malos. La-parte central es su historia personal, su relación con
Teresa, su mujer. Tres historias se suceden a partir de ahí.
-¿Por qué entra en la política?
-Porque es un hombre popular y de una forma más o menos vaga en la
novela se reflejan problemas vecinales de Gijón, de ocupación de terrenos que
habían sido del Ejército, de conversión de suelos en parques o en zonas
urbanizables. Hay esa parte del movimiento vecinal y con todo ello él acaba
entrando en política, de concejal. A partir de ahí, surgen los conflictos de la
política dentro del partido gobernante en Gijón.
-¿Entra esta obra en la nómina de
novelas sobre Gijón, novelas de una ciudad?
-Aparte de la historia del protagonista, se recorren 40 años a través de
la historia de la ciudad, con sus conflictos políticos, sindicales, sociales,
industriales, del naval ... Hay elementos de paisaje simbólico muy importantes,
como ese comienzo por la Universidad Laboral, o que después, en algún momento
aparece por la novela José Antonio Girón de Velasco, el que fue ministro de Trabajo.
Pero quiero aclarar que es una novela, una historia de ficción y no un
documento sociológico.
-¿Aparece la corrupción?
-No exactamente, pero sí otras cosas como la lucha por el poder y el
incumplimiento de las promesas.
-¿Cuál es la chispa por la que
nace la novela?
-De tres fogonazos. En mi libreta voy apuntando un montón de temas
hasta que en uno ves posibilidades. Por otro lado, hay una persona cercana de
mi familia que me cuenta cómo iban a buscarlos con un coche y les llevaban con 16
años, a las barricadas del naval. Vi que ahí había un tema. Y hay otro elemento
que tiene que ver con el final de la novela y del personaje, algo que me ocurrió
a mí personalmente en una calle de Gijón cuando alguien me hace un comentario de
reconocimiento.
-¿Hay elementos autobiográficos o
referencias a persona concretas?
-Ninguno. Los personajes podrían ser cualquier persona.
-La versión en asturiano, ¿qué
le supuso?
Un esfuerzo adicional, y no pequeño. Hubo muchos problemas que tienen
que ver con la selección del léxico o con la ausencia de precedentes literarios
en asturiano con los que rivalizar o competir. Pero he procurado que el
asturiano de la novela no fuese excesivamente culto, sino cercano a la lengua hablada.
-¿Qué grado de satisfacción le
ha producido escribirla?
-Estoy muy satisfecho de tres cosas. Primero, de la historia en sí. Segundo,
de la estructura en episodios breves, con unas rememoraciones en cada uno de
ellos y que los hace circulares. Pero por el medio se le da al lector mucha
información, muchos datos en forma muy simplificada, en escenas muy gráficas,
visuales, muy de película. Y tercera cosa, que al final hay una metanarración,
donde entra Girón, y que permite solventar muchos problemas y convertir el
relato en una novela ambigua y hacer alguna consideración moral sobre el
hombre. Es una estructura bastante trabajada que me llevó tres años.
-¿Cómo juzga este tiempo en el
que aparece la novela?
-Creo que va a favorecer el interés por ella. La novela sale con suerte
en ese sentido. Tendrá mucho interés para muchos lectores que estén
descontentos con la situación política y social. Verán algo más que la propia novela
porque es una parábola de la propia evolución de estos años y que ha acabado en
esta situación.
-¿Cómo está Asturias?
-Nos pasa lo de siempre: tenemos inexistencia exterior y poca capacidad
para articularnos como asturianos. Tenemos articulación como gijoneses, como ovetenses,
como avilesinos, pero no tenemos articulación regional. En ese sentido, a
nosotros no nos va a ir tan bien como a los demás, porque España se recuperará
más rápido que nosotros.
-¿Puede precisar?
-Suelo preguntar a dos tipos de personas, amigos, que son obreros en
paro y empresarios. De estos últimos, alguno me dice que si pudiesen, porque
tienen aquí toda la familia, se largaban.
No es que les vaya mal aquí, pero ven que esto está agotado.
Aquí no hay crecimiento y además todo son impedimentos y lastres. Y
luego, aunque sé que hay gente que se está colocando en los últimos meses, por
ejemplo en el metal, pero otros no acaban de arrancar por ser de la construcción,
y eso va a tardar mucho más.
-Este es año electoral. ¿Se atreve a hacer un pronóstico?
-En Asturias, lo que lamento mucho es que como siempre fuimos tan
incapaces -salvo nosotros, que así nos fue-, no se llega a pactos. Si hay
algunos acuerdos de PP y PSOE, o con IU en algunos sitios, pero temo mucho que va
haber gran inestabilidad tras las elecciones. Incluso no sé si habrá que volver
a repetir las autonómicas.
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