Marta Magadán, Vicente Montes, Saúl Fernández y Javier Garcia en el Club de Prensa de La Nueva España. |
"No es una novela veneciana
más con muerto". Así defiende el escritor y periodista de La Nueva España Saúl Fernández (Madrid, 1974) su tercera novela, "El menú de un día raro" (Septem Ediciones), que ayer presentó en el Club Prensa Asturiana.
Porque el último trabajo de Fernández es una novela negra que se desarrolla en
Venecia y está protagonizada por una pareja formada por un violinista y una
funcionaria municipal de cultura. En palabras del propio Saúl Fernández su obra
está centrada "en una pareja en decadencia" durante un viaje de siete
días por Italia "en busca de sí mismos y de mí mismo, que eso es para lo
que se usa la literatura, además de para reinventar la realidad, que es lo que
llevo haciendo desde hace quince años".
El autor fue el encargado de
rematar la presentación de su libro, cuyo contenido y calidad se encargaron en
realidad de desgranar los tres colegas con los que compartió mesa. La primera
en abrir fuego fue Marta Magadán, editora del libro. Para empezar, Magadán
incluyó a Saúl Fernández en la nómina de la nueva generación de escritores
asturianos que "tienen en común haber compartido cafés y tertulia en el
campus del Milán". Acotado el origen intelectual del autor, Magadán se
centró en la obra, de la que dijo que tiene cosas en común con algunas de las
de Donna Leon además de ser "una novela negra repleta de escenarios".
De ahí que asegurara que Saúl Fernández describe los rincones de Venecia que
aparecen en la novela como "Vázquez Montalbán, Barcelona o James Ellroy,
Los Ángeles".
La intervención de Magadán dio
paso a la de Vicente Montes, periodista como Saúl Fernández, y su jefe de
sección en la edición de La Nueva España de Avilés, de la que Montes es
responsable. "Saúl es una historia viva. Convierte el resumen de unas
vacaciones o la compra de una camisa en un historia de suspense", señaló
Montes. Pero lo mejor es que Saúl Fernández "hacer partícipes a sus amigos
de su pasión" por las buenas historias. Como amigo del escritor, Montes
siguió el proceso creativo que guió al autor hasta alumbrar "El menú de un
día raro" y como éste, según Montes, desechó ideas que "podrían ser
la piedra angular de otras novelas". Para Montes el último trabajo de Saúl
Fernández "marca un cambio" en su estilo, que destaca por "la
fusión del realismo y el lirismo". "Realiza una descripción subjetiva
y deformada de la realidad. Algo que está a caballo entre el expresionismo y el
impresionismo", apuntó Montes para proseguir asegurando que el texto es
"una pura manifestación sentimental de los protagonistas y el autor".
Al profesor de Literatura de la
Universidad de Oviedo, Javier García Rodríguez, prologuista de algunos de los
trabajos de Saúl Fernández, le tocó hacer un análisis aún más profundo de
"El menú de un día raro". Para García Rodríguez el libro demuestra que
su autor "es veneciano de toda la vida" al comprobar la fidelidad de
las descripciones que hace del ambiente que rodea a la ciudad italiana. Pero
también pone de manifiesto los conocimientos que el escritor tiene sobre el
mundo del cine. "En esta novela hay mucho cine, más que literatura",
dijo en referencia a que en el libro hay retazos de cintas como "Al final
de la escapada", "El padrino" o "La huida". "Es
una novela, un ensayo y la crónica de una muerte", aseveró el profesor.
Pero aclaró que también es "un libro de música y poesía. Garcilaso de la
Vega está por todos lados, como en el resto de las obra de Saúl. Y también está
Lorca". Por lo que concluyó que la novela esconde "una especie de
miniliteratura" cocinada "a la manera sauliana".
García Rodríguez también puso de
manifiesto cómo en "El menú de un día raro" "hay muchos
diálogos. Es una novela en la que se habla mucho y con saltos en el
tiempo" que la convierten en un "storyboard rapidísimo, casi como un
videoclip". Y cómo no, "también se habla mucho de comida", con
la aparición del cocinero televisivo Jaime Oliver, conocido por hacerlo todo
con las manos, hasta para revolver una ensalada para mezclar el aliño.
"Saúl escribe con frases cortas pero las ideas son muy largas",
añadió García Rodríguez para sentenciar: "Consigue que nos pasemos toda la
novela preguntándonos ¿pero cuál es el crimen?".
Para saberlo sólo hay una
solución: hacerse con "El menú de un día raro" y leerlo.
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