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martes, 17 de diciembre de 2013

Saúl Fernández presenta "El menú de un día raro" en Oviedo

Marta Magadán, Vicente Montes, Saúl Fernández y
Javier Garcia en el Club de Prensa de La Nueva España.
"No es una novela veneciana más con muerto". Así defiende el escritor y periodista de La Nueva España Saúl Fernández (Madrid, 1974) su tercera novela, "El menú de un día raro" (Septem Ediciones), que ayer presentó en el Club Prensa Asturiana. Porque el último trabajo de Fernández es una novela negra que se desarrolla en Venecia y está protagonizada por una pareja formada por un violinista y una funcionaria municipal de cultura. En palabras del propio Saúl Fernández su obra está centrada "en una pareja en decadencia" durante un viaje de siete días por Italia "en busca de sí mismos y de mí mismo, que eso es para lo que se usa la literatura, además de para reinventar la realidad, que es lo que llevo haciendo desde hace quince años".
El autor fue el encargado de rematar la presentación de su libro, cuyo contenido y calidad se encargaron en realidad de desgranar los tres colegas con los que compartió mesa. La primera en abrir fuego fue Marta Magadán, editora del libro. Para empezar, Magadán incluyó a Saúl Fernández en la nómina de la nueva generación de escritores asturianos que "tienen en común haber compartido cafés y tertulia en el campus del Milán". Acotado el origen intelectual del autor, Magadán se centró en la obra, de la que dijo que tiene cosas en común con algunas de las de Donna Leon además de ser "una novela negra repleta de escenarios". De ahí que asegurara que Saúl Fernández describe los rincones de Venecia que aparecen en la novela como "Vázquez Montalbán, Barcelona o James Ellroy, Los Ángeles".
La intervención de Magadán dio paso a la de Vicente Montes, periodista como Saúl Fernández, y su jefe de sección en la edición de La Nueva España de Avilés, de la que Montes es responsable. "Saúl es una historia viva. Convierte el resumen de unas vacaciones o la compra de una camisa en un historia de suspense", señaló Montes. Pero lo mejor es que Saúl Fernández "hacer partícipes a sus amigos de su pasión" por las buenas historias. Como amigo del escritor, Montes siguió el proceso creativo que guió al autor hasta alumbrar "El menú de un día raro" y como éste, según Montes, desechó ideas que "podrían ser la piedra angular de otras novelas". Para Montes el último trabajo de Saúl Fernández "marca un cambio" en su estilo, que destaca por "la fusión del realismo y el lirismo". "Realiza una descripción subjetiva y deformada de la realidad. Algo que está a caballo entre el expresionismo y el impresionismo", apuntó Montes para proseguir asegurando que el texto es "una pura manifestación sentimental de los protagonistas y el autor".
Al profesor de Literatura de la Universidad de Oviedo, Javier García Rodríguez, prologuista de algunos de los trabajos de Saúl Fernández, le tocó hacer un análisis aún más profundo de "El menú de un día raro". Para García Rodríguez el libro demuestra que su autor "es veneciano de toda la vida" al comprobar la fidelidad de las descripciones que hace del ambiente que rodea a la ciudad italiana. Pero también pone de manifiesto los conocimientos que el escritor tiene sobre el mundo del cine. "En esta novela hay mucho cine, más que literatura", dijo en referencia a que en el libro hay retazos de cintas como "Al final de la escapada", "El padrino" o "La huida". "Es una novela, un ensayo y la crónica de una muerte", aseveró el profesor. Pero aclaró que también es "un libro de música y poesía. Garcilaso de la Vega está por todos lados, como en el resto de las obra de Saúl. Y también está Lorca". Por lo que concluyó que la novela esconde "una especie de miniliteratura" cocinada "a la manera sauliana".
García Rodríguez también puso de manifiesto cómo en "El menú de un día raro" "hay muchos diálogos. Es una novela en la que se habla mucho y con saltos en el tiempo" que la convierten en un "storyboard rapidísimo, casi como un videoclip". Y cómo no, "también se habla mucho de comida", con la aparición del cocinero televisivo Jaime Oliver, conocido por hacerlo todo con las manos, hasta para revolver una ensalada para mezclar el aliño. "Saúl escribe con frases cortas pero las ideas son muy largas", añadió García Rodríguez para sentenciar: "Consigue que nos pasemos toda la novela preguntándonos ¿pero cuál es el crimen?".
Para saberlo sólo hay una solución: hacerse con "El menú de un día raro" y leerlo.


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