La biografía de Armando Murias es como un cajón de sastre. Ejerció de minero, camarero, mecánico de camiones en Francia, animador del bar literario Tigre Juan en Oviedo y lector de español en Viena. Terminó dos carreras -Filosofía y Literatura- y un doctorado; imparte clases en el instituto Jovellanos de Gijón, aunque el próximo curso lo hará en el Alfonso II de la capital asturiana -porque "cansé de cruzar la autopista", ironiza- y aún saca tiempo para su faceta de escritor. De su creatividad literaria dan fe los libros que ha parido: "Nómadas" y "Los zapatos del quincallero", a los que se acaba de sumar "El día que me quieras" . Su tercer hijo se presentó en sociedad, en LibrOviedo, ayer, un martes y 13 donde su voz sobrevivió al estruendo de voladores que anunciaban la fiesta del bollo.
"El día que me quieras" , publicado por Septem Ediciones, es la historia de la corrupción con ritmo de tango. "Pretende ser una novela de aventuras", dice su autor. Pero a diferencia de otros de temática similar, entre los que cita desde Blancanieves a El Quijote, asegura que en el suyo hay algo distinto. "Aquí se une los elementos que distinguen a un humano de una bestia; tiene sentimientos -el amor-, inteligencia -para distinguir el bien y el mal- y en medio está la política", explica.
En torno a la caída del muro de Berlín como metáfora, su protagonista Ricardo, el mismo que abrió la saga, muestra que la maldad no es algo inherente al ser humano, sino una opción. "En esa crisis ideológica, Ricardo escoge arrimarse al mal, que aparece como seducción. Es una novela sobre la vida, que trata los sentimientos del amor de modo subjetivo y el tema político como crisis de valores. Es una novela sobre el mal a ritmo de tango, con un amor que surge en los arrabales de la sociedad", comenta su padre literario.
El concejal Roberto Sánchez Ramos presentó al autor en LibrOviedo, pero, fiel a su línea, el edil estructuró su intervención en dos partes bien diferenciadas: una socio-política y otra centrada en el acto literario. En la primera, el concejal aprovechó el foro de apoyo a la lectura que es LibrOviedo para solidarizarse con las 13 bibliotecarias despedidas -"algunas después de 17 años", incidió- e invitó a sumarse a la concentración de hoy, a las 19.30 horas, en el Paseo de los Alamos.
En su lectura política del amor en los tiempos del tango pintó la España de los años 70/80, cuando todo llegaba con retraso, desde las ideologías a los trenes, y se detuvo en Ricardo, el arquetipo literario de un prototipo social "instalado en el permanente cambio postmoderno".
"El día que me quieras" , publicado por Septem Ediciones, es la historia de la corrupción con ritmo de tango. "Pretende ser una novela de aventuras", dice su autor. Pero a diferencia de otros de temática similar, entre los que cita desde Blancanieves a El Quijote, asegura que en el suyo hay algo distinto. "Aquí se une los elementos que distinguen a un humano de una bestia; tiene sentimientos -el amor-, inteligencia -para distinguir el bien y el mal- y en medio está la política", explica.
En torno a la caída del muro de Berlín como metáfora, su protagonista Ricardo, el mismo que abrió la saga, muestra que la maldad no es algo inherente al ser humano, sino una opción. "En esa crisis ideológica, Ricardo escoge arrimarse al mal, que aparece como seducción. Es una novela sobre la vida, que trata los sentimientos del amor de modo subjetivo y el tema político como crisis de valores. Es una novela sobre el mal a ritmo de tango, con un amor que surge en los arrabales de la sociedad", comenta su padre literario.
El concejal Roberto Sánchez Ramos presentó al autor en LibrOviedo, pero, fiel a su línea, el edil estructuró su intervención en dos partes bien diferenciadas: una socio-política y otra centrada en el acto literario. En la primera, el concejal aprovechó el foro de apoyo a la lectura que es LibrOviedo para solidarizarse con las 13 bibliotecarias despedidas -"algunas después de 17 años", incidió- e invitó a sumarse a la concentración de hoy, a las 19.30 horas, en el Paseo de los Alamos.
En su lectura política del amor en los tiempos del tango pintó la España de los años 70/80, cuando todo llegaba con retraso, desde las ideologías a los trenes, y se detuvo en Ricardo, el arquetipo literario de un prototipo social "instalado en el permanente cambio postmoderno".