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miércoles, 28 de enero de 2015

Manuel Herrero Montoto: "La temática erótica está siempre presente en la literatura"

Manuel Herrero Montoto
Manuel Herrero Montoto acaba de publicar “Omara en el París de las maravillas” una novela cuya lectura es, como mínimo, recomendable, tanto por la historia que nos cuenta como por la forma en que estructura el discurso narrativo.
Y nos va a resultar muy divertida la manera en que este cirujano metido a escritor nos transmite la historia. Las fantasías de sexo en los comienzos del siglo XX en el marco de una residencia de ancianos, muy singular, en la que Coldo desafía a la astenia sexual propia de la edad avanzada con el estímulo que proporciona la lectura del libro censurado. Al igual que en, su anterior novela, Omara la trapecista” en esta también nos encontramos con dos historias paralelas.
Coldo, el chaval que leía a los trabajadores las peripecias de Omara en un vagón de tren de madera, creció. Ahora su audiencia la componen unos ancianos singulares, de un gerátrico no menos singular, y a reglón seguido de la lectura en voz alta de “Omara en el París de las maravillas” recuperan aquel instinto básico secuestrado por una sociedad irracional e ignorante.

-¿Qué te motivó a hacer esta novela “Omara en el París de las maravillas”?
R. Lo vemos con insistencia en la novela negra, cuando un autor del género da en el clavo con su protagonista, las más un detective perspicaz de bigote y sombrero, repite con él jugada en su amplia y variada obra. Con Omara, mi adorable prostituta, puta para ser exactos, me sucedió lo mismo que a Chandler con su detective Philip Marlowe. No veo a Omara en un escenario único, su tremenda fogosidad precisa de más aventuras y desventuras para hacerse valer y leer. Y nosotros disfrutar.

-¿En una frase, de qué trata “Omara en el París de las maravillas”
R. Omara la trapecista se zambulle en el Paris del gran revolcón artístico, sexual y literario de principios del siglo XX de la mano de La banda de Picasso

-¿De dónde has tomado la inspiración para crear la historia de Omara? 
R. Tengo la impresión de haber sido una abeja colaborando en la polinización. París es una gigantesca flor repleta de néctar. El autor y su chica bebieron de él hasta bien entrada la noche. Y compartieron absenta con Modigliani, Jacob, Utrillo, Apollinaire en el Lapin Agile. Luego fecundaron estas páginas para uso y disfrute de los amigos que a ellas se acerquen. 

-¿Cuál es la estructura de la novela?
R. En realidad, y como se hizo con "Omara la trapecista", la novela reúne dos historias. Una reside en el marco, la otra en el lienzo. El marco de la novela anterior era un tren destartalado de postguerra con unos trabajadores desnatados que vuelven de la ciudad a su pueblo cercano y que reavivan su fuego glandular con la lectura de las acrobacias eróticas de Omara. Hace las veces de lector un muchacho, Coldo, que se hizo con el libro prohibido rebuscando en ese rincón secreto de los padres, y los hijos tarde o temprano siempre lo descubren. En "Omara en el Paris de las maravillas" el marco es la historia de una residencia de ancianos, muy singular, en la que Coldo desafía a la astenia sexual propia de la edad avanzada con el estímulo que proporciona la lectura del libro censurado por autoridades civiles y eclesiásticas. En los lienzos, encontrará el lector lo que se imagina de Omara , mejor dicho: ¡Ni de coña se imagina lo que se va a encontrar! 

-¿Con qué se va encontrar el lector en esta nueva novela?
R. El autor describió situaciones que le pusieron de “aquella manera”, otras que le hicieron reír y, todo hay que decirlo, momentos hubo de nudos en la garganta. Estas reacciones que calaron en el autor, espero las compartan sus lectores.

-¿Literatura erótica moda pasajera o moda para quedarse?
R. Queridos, el Creador en su inmensa bondad colocó en la entrepierna de los humanos unas glándulas conectadas al cerebro que estimuladas por vías diversas provocan satisfacción y goce. Mientras nuestro Benefactor vele por nosotros, la dicha literatura perdurará por los siglos de los siglos. Y seamos fieles al Creador y usemos de los artilugios que puso en nuestro camino.

-¿Crees que hay literatura erótica para mujeres y otra para hombres?
R. Soy de los que piensa que no hay distinción de sexo, que el sexo es uno, grande y libre, y, por tanto, la literatura erótica apunta en una sola dirección.

-¿A qué se debe el auge de la temática erótica?
R. La temática erótica está siempre presente en la literatura. Aunque hubo y habrá periodos en los que las circunstancias no le sean propicias -censura, religión, tradición mojigata-, entonces, como los submarinos, se sumerge para no ser vista. Pero sigue navegando y disparando torpedos.

-¿Qué es para ti el erotismo?
R. Una dama de mediana edad se sienta en el café enfrente de mí, viste una falda menguada y cubre sus piernas con medias negras de nylon, el borde de la falda asciende hasta cerca de la mitad de sus muslos, y escudriño bajo su mesa y veo que se dibuja un triángulo isósceles invertido, el dobladillo de la falda como base y los otros dos lados las aristas gradualmente sombreadas de las medias que tapizan la piel tersa de los muslos, el resultado es un triángulo de superficie oscura, enigmática, entrada de cueva inexplorada, e intuyo en el fondo de la misma una alfombra de piel de astracán que guarda un calor de sauna de paredes sonrosadas… Perdone, ¿que me había preguntado?

-¿Estás de acuerdo que este tipo de literatura moviliza los sentidos?
R. Las novelas de amor te hacen llorar. Las de terror, temblar. Con las de trama sicológica, pensar. Si escoges una de aventuras, a viajar. Pues la literatura erótica, a poco que te entregues: bunga-bunga.

-¿Es cierto, que este tipo de literatura que se consume sola por que nadie reconoce consumirla?
R. Habría en este punto que distinguir publicaciones pornográficas y eróticas. Límite de difícil precisión. Lo pornográfico anima al escondite. El descubrimiento de un arsenal pornográfico define a su propietario: onanista, pajillero para entendernos. A no ser que las obras pornográficamente ilustradas estén catalogadas por la oficialidad que da la Historia de la Literatura, véase el Kamasutra, el Ananga Ranga, el Decamerón o los Cuentos de Canterbury. Estas pueden salir del escondite. El propietario será en tal caso considerado como un personaje culturalmente apto. Tal es nuestra amada hipocresía.

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