Presentación en La Felguera de la nueva
novela,
de García Cellino «Los señores de Wall Street no comen
pescado crudo»
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Una novela que muestra el desencanto y la frustración en la
que se mueve esta sociedad dominada por el dinero y la corrupción. «Los señores de Wall Street no comen pescado crudo» (Septem, 2013) es el último libro de Javier García
Cellino, un abigarrado calidoscopio humano en el que se van proyectando las
distintas tensiones que vertebran la sociedad.
La obra fue presentada en la Casa de Cultura de La Felguera
en un acto organizado por Cauce del Nalón en colaboración con el Club de La
Nueva España en las Cuencas. El escritor fue presentado por Pedro Gutiérrez y
Francisco Lauriño, miembros de Cauce. Gutiérrez, armado de ironía, ejerció como
maestro de ceremonias, mientras que Lauriño sorprendió a Cellino y a los
espectadores asumiendo el rol de Julio Colinas, el comisario de policía que
protagonizaba «Círculos de Tiza», su anterior novela. Destacó que el
significante de su novela está influenciado por los usos y costumbres de la
poesía, e incidió en ese uso de la poesía, no porque sea una novela poética,
sino porque hay un poema incrustado en el relato. Indicó que hay un trabajo de
orfebrería que comienza por el propio título, «una metáfora que explica lo que
deben comer los pobres por culpa de los señores de Wall Street».
Lauriño afirmó que la novela es una metáfora de lo que está
pasando, «una obra lograda, corta, pero no exigua en la que no falta ni sobra
nada». Señaló que la obra es una disculpa para entrar en el interior de los
mimbres de la sociedad, con cierta parodia. Para él, Cellino «asesta golpes de
futuro a sus personajes usando trazos impresionistas que nos llegan con
tonalidades descarnadas, sin elementos barrocos».
Las primeras palabras de Javier García Cellino, fueron de
agradecimiento al público que llenaba la sala, confesando que se sentía
arropado sabiendo que podía contar con ellos. Siempre hay un motor que nos pone
a funcionar y en el caso de la nueva novela fue la rabia, porque «siento una
profunda rabia e impotencia ante la actual crisis». Comentó que la crisis está
llevándose por delante, como si fuera un huracán, los mejores logros del estado
de bienestar. «Esa rabia sacó de dentro al poeta que soy y en pocos días había
escrito el poemario que da título al libro». Pero se dio cuenta que seguía con
la misma rabia y, en un «momento mágico», sintió la necesidad de contactar con
Julio Colinas, el inspector de policía de su anterior novela, a quien había
dejado en el año 2008, bastante decepcionado. El inspector, convertido ahora en
«detective lánguido y taciturno» le ha ayudado a «mostrar los agujeros de una
cloaca muy profunda».
Cellino cree que la grandeza de la literatura es que los
personajes son libres y terminan funcionando al margen del narrador. Por eso,
no está de acuerdo con algunas opciones y afirmaciones de los personajes.
Explicó que su obra es «una novela viva que he dejado a medio hacer» influido
por su escritura como poeta «dando una pincelada, un brochazo para que los
lectores completen la novela al leerla». El escritor terminó su intervención deseando que la obra sea
«al menos una novela que haga preguntas a los lectores».
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