Xuan Xosé Sánchez Vicente, fundador del PAS, profesor y escritor, acaba de publicar su primera novela en castellano, «No miréis al mar» (Septem), a juicio del autor el «libro garantiza sonrisa y sorpresa».
Xuan Xosé Sánchez Vicente (1949) es gijonés, político, profesor, ensayista y escritor, por el orden que cada cual le quiera dar. Miembro -poco ejerciente- de la Academia de la Llingua, autor de treinta libros, se metió en política en 1974, perteneció al PSP y PSOE, fundó el Partíu Asturianista (PAS), fue miembro del Consejo Regional y diputado regional en dos ocasiones. Acaba de publicar , una trama de amores y corrupciones políticas, con no pocas referencias a nuestro pasado regional, guerra y franquismo.
-Una novela en castellano. Le habrán puesto la proa algunos amantes de la llingua.
-No recibí quejas directas, pero sé que hay rumor de fondo. El asturiano tiene muchas posibilidades, pero el castellano permite más cosas. No me preocupan las críticas, provienen de la concepción que tienen algunos de sota, caballo y rey.
-¿Qué tiene delante el lector cuando se enfrenta a la lectura de «No miréis al mar»?
Tiene garantizada la intriga, la sonrisa y la sorpresa. Es un libro sobre la condición humana, sobre las ambiciones, los sueños, los fracasos y la decepción.
-¿Y qué hay detrás de «No miréis al mar»?
Hay un enorme esfuerzo de creación. De vez en cuando releo fragmentos y tengo que confesar que ríome mucho con algunos. Yo quedé muy satisfecho y me consta por los mensajes que me llegan que la gente está entusiasmada y que las ventas van muy bien. Yo disfruté muchísimo durante los tres años que tardé en escribir la novela.
-Se lo tomó con calma.
Los libros necesitan tiempo. Éste, además, requería resolver mucho problema estructural. La escritura literaria tiene un ritmo que no tiene nada que ver con el ensayo o las colaboraciones con LA NUEVA ESPAÑA que, por cierto, también me llevan unas cuantas horas. Soy de los que compruebo cada dato.
-¿Le da tiempo a todo?
Soy desordenado, requeriría un reloj de 28 horas. Ahora mismo salieron dos diccionarios míos voluminosos de asturiano / castellano.
-¿Bajó su actividad política?
En el PAS estamos haciendo menos, es cierto. Pero a la vez estamos empeñados en mantener el testimonio y esperar una mejor coyuntura. Seguimos ahí por sentido histórico del deber, a base de romanticismo y voluntarismo.
-La Junta de Facultad de Filología ha toreado al asturiano, y en votación democrática.
Es evidente que hay una actitud política en los profesores que rechazaron la asignatura, pero seguramente hay también una gran torpeza en los profesores de la parte contraria. Es absolutamente anómalo que el asturiano no tenga un trato pacífico y digno en esta tierra. Todo esto se enmarca en esta hostilidad terrible que tenemos ante todo lo nuestro. Y así estamos: en segundo de Bachillerato casi nadie sabe que hubo reyes asturianos.
-En educación, ¿tocamos fondo?
Estamos sumidos en un sistema educativo que no propicia el esfuerzo, que lo pone todo muy fácil y que al final, para los que se esfuerzan y para los que no, hay reparto de copas a todos. Y cuidado, que hay rapazos que lo pasan muy mal en clase si se ponen a preguntar o a demostrar interés. Esto es la demagogia del igualitarismo.
-No es fácil suspender.
Es que los alumnos no creen que les puedas suspender. Y cuando lo hacen se llevan una sorpresa porque tienen interiorizada la promoción automática. Todo esto lleva a unas conclusiones: bajos niveles de conocimiento y poca capacidad para asumir riesgos. El sistema educativo no forma atletas para competir en los Juegos Olímpicos, sino en las fiestas del barrio.