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viernes, 26 de mayo de 2006

Un pozo de historias

La literatura asturiana está repleta de narraciones enmarcadas en el fondo de la mina y en su entorno. El catedrático de Literatura Benigno Delmiro rescata los mejores títulos
Los amores, odios, dolores y alegrías que cada día tiñen de negro cientos de historias en cientos de pozos mineros han dado alimento literario a muchos autores en el mundo. Emile Zola fue el primero que entró de cabeza en la mina. El resultado fue 'Germinal', «la obra más completa y significativa de contenido minero de cuantas se han escrito desde finales del siglo XIX. Sin duda, la obra fundacional de la literatura minera». Lo dice Benigno Delmiro Coto, el catedrático de Literatura que se ha convertido en un experto en este tipo de narraciones. Y lo dijo ayer, en el Real Instituto de Estudios Asturianos, donde rescató los grandes títulos del género minero, centrando su disertación en los autores asturianos o en aquellos que sin serlo han escrito a Asturias.
Un ejemplo es Carlos María Ydígoras, sindicalista y autor de 'Los hombres crecen bajo tierra', «que se trasladó a la cuenca asturiana para hacer la obra por antonomasia de la literatura minera española», recordó ayer quien ha escrito 'Literatura y minas en la España de los siglos XIX y XX'.
Asturianos de pura cepa en el catálogo de autores son Leopoldo Alas, Clarín, y Palacio Valdés. Del primero Delmiro asegura que ya en 'La Regenta', «a través del personaje de la madre del Magistral, Paula Raíces, ingresa el autor en el mundo de las referencias mineras, ya que era ésta mujer de minero y tabernera de la Cuenca en otro tiempo». Pero no se queda ahí la participación de Clarín. Asegura el experto que 'Teresa', su obra de teatro, fue, «sin duda, la primera gran pieza minera de las letras asturianas».
De Palacio Valdés toma Delmiro su gran obra 'La aldea perdida', otorgándole, además, la capacidad de crear «una manera de contar el mundo minero que marcó todo lo que se ha escrito después».
Pero no sólo de clásicos se alimenta la literatura de este género. Hay muchos títulos posteriores. De hecho, con el tiempo el interés por el interior del pozo crece y «casi de manera proporcional al declive de la mina como recurso económico del desarrollo industrial». Así lo advierte el catedrático, que basa su sentencia en el hecho de que «el universo de la escritura se ha alimentado siempre de la fibra de la nostalgia y eso es lo que ahora envuelve la mina».
Reveló Benigno Delmiro también, que a la literatura universal de este género Asturias aporta un hecho diferencial y peculiar «la revolución del 34, hecha por mineros, protagonizada por mineros y organizadora de un poder minero que duró asombrosamente 15 días en Asturias». Explicó asimismo que a títulos como el de Alejandro M. Gallo, ('Una mina llamada infierno') o Armando Murias ('Nómadas'), «ambos auténtico reflejo del mundo minero», se unen los de varias escritoras como Dolores Medio ('Compás de espera'). Pero también dio un dato curioso: «Hay muchos líderes sindicales reconvertidos en escritores con fortuna», como Manuel Llaneza ('El suelo del minero'), Isidoro Acevedo ('Los topos') o el mismo Ydígoras.
Otro de los nombres que quiso destacar es el de Jesús Castañón ('El tercer relevo'), que además de novelar la mina «consiguió crear todo un bello poemario sobre ella», 'Romances de grisú'. «Pero lo mejor está aún por llegar».
 
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